Chiloé tiene como uno de sus principales atractivos sus iglesias de madera,Patrimonio de la Humanidad en su conjunto,las cuales,a pesar del material del que fueron construidas,resisten al paso del tiempo.Y es que no es para menos su edad:algunas tienen más de 200 años.Están cosntruidas con madera de distintos árboles,entre los que destaca el alerce,el cual(está por demás aclararlo),posee una madera de excepcional resistencia al clima y al tiempo.Estas iglesias tienen todo del mismo material:desde sus puertas,pisos,altares,mobiliario,e incluso,en muchas de ellas,hasta sus clavos,están hechos de madera,dado que por la fecha en que fueron construidas no era posible conseguir materiales de construcción comunes en esa zona.
Específicamente la iglesia de Dalcahue fue uno de los escenarios de una serie de televisión que se transmitió hace años ya y que tuvo mucho éxito en Chile.Como parte de los beneficios que dicha serie le proveyó a la comunidad de Dalcahue,estaba la restauración de su antigua iglesia.Fue así como,haciendo unas remodelaciones de pintura en una de las paredes internas,descubrieron una antigua obra,oculta intencionalmente bajo la capa superficial de pintura que exhibía:era una retrato del corazón de jesús,pero rodeado de varias figuras emblemáticas de la superstición de Chiloé.Se veían allí al Caleuche(un barco fantasma),el Trauco(un enano deforme y sin piernas) y la Pincolla(una mujer mitológica que al parecerse bailando,profetiza como será la pesca). La sorpresa no fue menor,y todo el país se llegó a enterar con curiosidad del descubrimiento.Al parecer,alguna autoridad de la iglesia de hace muchos años,no contento con la originalidad del artista local de rodear la imagen de jesús con figuras paganas,mandó a tapar la obra con una capa de pintura.Esto fue algo de lo que nos encontramos al entrar en esa pequeña iglesia,donde,aunque deteriorado,se puede observar aún el hallazgo.A pesar de su centenaria tosquedad en muchos de sus acabados,la habilidad para hacer de ellas unos edificios de belleza excepcional y la improvisación que se hizo con sus materiales,amén de su antiguedad,constituyen su principal atractivo.
Recorrimos además el pequeño y encantador pueblito,que como todos los pueblitos de Chiloé llama la atención por la gran cantidad de casas que aún sobreviven (y se siguen construyendo),con la tradicional técnica del montaje de tejas de alerce,muy característico de esta zona de Chile, y del mundo.Luego,ya en la feria de artesanías,
terminamos de comprobar la destreza y creatividad del pueblo chilote:múltiples tejidos en lana de oveja(especial para retener el calor),iglesias en miniatura hechas de antiguas tejas de alerce,canastas de mimbre tejidas en el acto y mil y un artesanías hermosas más.
En el transcurso de ese día y planeando cuál sería nuestro próximo destino al sur de la isla,conocimos a un par de chicos que estaban hospedándose en la misma casa dónde estábamos nosotros.Ellos eran de Talca,una ciudad mucho más al norte de Chiloé,estaban parando allí desde antes que nosotros y venían haciendo una ruta similar a la nuestra,sólo que andando en auto.Hicimos amistad con ellos y de ahí nos propusieron que,como ellos ya estaban por iniciar la ruta de regreso a sus casas,nos podían llevar a su último recorrido turístico por Chiloé y luego,llevarnos de vuelta hasta Talca, o hasta donde nosotros quisiéramos quedarnos.Ante el clima, que insistía en seguir lluvioso,y la tentadora posibilidad de regresar gratuitamente un buen trecho hacia Santiago,cambiamos al paso (nuevamente), nuestra ruta de viaje, y pensando en lo más barato,aceptamos la propuesta.Ellos muy amablemente nos llevaron a pasear en auto al día siguiente,hacia la isla de Achao.Para llegar a ésta,como a todas las demás del archipiélago,volvimos a tomar un ferry.La lluvia insistía,pero,ya adentrándonos en la isla empezó a disminuir, y el cielo,por suerte,se comenzó a despejar.Nos dirijimos hacia el pricipal pueblo de la misma,de nombre homónimo.Allí visitamos su parque y su iglesia,la cual tiene un pequeño museo en su parte posterior.De allí salimos hacia Curaco de Vélez,otra comunidad en la que,a orillas de una de sus playas encontramos un restaurante pequeñito en el que los chicos y mi novia comieron unas ostras gigantes recién sacadas del mar,con limón,a un precio irrisorio.Yo,aún con el recuerdo fresco de lo que me pasó en Isla Negra,aunque en un primer momento se me antojó,desistí de probarlas.Luego,en el centro del pueblo,ojeamos otra feria de artesanía y luego nos fuimos.
Ya de vuelta a casa,improvisamos,y al ver un letrero que indicaba otra iglesia cercana,decidimos ir a verla.Bajando por una cuesta empinadísima llegamos hasta ella,a orillas del mar y al lado de un cementerio.Nos fue muy difícil definir si seguía estando en funcionamiento,pues todos sus alrededores así como el estado en general del templo era deplorable.Ovejas pastaban en el frente,el pasto estaba muy alto y un costado de la iglesia era como sostenido con palos de madera,como si en cualquier momento fuese a desplomarse.
Al acabar la tarde,volvimos a Dalcahue,cansados,pero satisfechos.
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