jueves, 21 de octubre de 2010

Panguipulli: una sorpresa excelente



















Llegamos a esta pequeña ciudad de nombre raro, (que en mapuche significa Cerros del puma) esperando encontrar mejor clima y hospedajes más baratos. Visitamos un par de sitios, pero no nos convencieron. Decidimos hacer una breve pausa en la búsqueda y entramos una pulpería con teléfonos para que Kami se comunicara con su familia, y mientras tanto yo me quedé en la entrada, preguntándole a la dueña del local si sabía de algún hospedaje bueno y barato que nos pudiera recomendar. Y como al mochilero nunca le hace falta suerte, la señora le preguntó a una chica que estaba ahí mismo conversando con un amigo si ella sabía darnos alguna referencia. Resultó que la chica nos dijo que su mamá podía alquilarnos una habitación de su casa a un buen precio y que su amigo nos podía llevar en auto, y de hecho así lo hicimos. La mamá de la chica, una señora muy amable, nos ofreció alquilarnos una habitación barata, con la posibilidad de usar el baño y la cocina de su casa por el mismo precio. Felices por la buena oferta, decidimos quedarnos dos noches.

Ya acomodados en la habitación salimos a comprar comida al supermercado más cercano y cenamos esa noche con la chica y su mamá. Ambas fueron muy atentas con nosotros y nos recomendaron varios sitios para conocer al día siguiente. Decidimos seguir sus consejos, y al día siguiente, bien temprano, compramos unos tiquetes de bus hacia un pequeño pueblito llamado Coñaripe. En ese sitio (según nos indicaron), debíamos bajarnos y esperar otro bus, el cual nos llevaría a Liquiñe, población en la que se encuentran varios centro de aguas termales, famosas por su calidad y su uso medicinal.

Así lo hicimos, e hicimos un recorrido de unas tres horas en bus desde Panguipulli hasta esa remota localidad, metida entre grandes bosques y caídas de agua impresionantes en la cordillera de Los Andes. Desde el sitio en que nos dejó el bus caminamos un poco hasta un río cercano, el cual cruzamos gracias a un señor que se dedica a pasar personas de un lado al otro del río en su bote a remos.

Seguimos las señalizaciones que habían, atravesando potreros y franjas de bosque, en un lugar lleno de vegetación, con un clima frío y amenazante de lluvia, neblina y hermosos paisajes de cataratas que se divisaban a lo lejos.

Al fin, nos decidimos entrar a las termas Manquecura, que nos parecieron baratas y rústicas, muy acorde con nuestros gustos. Resultaba un poco loco ponerse traje de baño en medio de ese bosque enorme y lloviendo, con un frío que helaba los huesos, pero todos los que nos dijeron que cuando llovía era todavía mejor entrar en las aguas termales, tenían razón.

Entramos de primero en una piscina grande pero no muy profunda en la que el vapor lo llenaba todo. La sensación del agua caliente es exquisita. Dichas aguas provienen desde lo profundo de la tierra y son calentadas por una veta volcánica cercana hasta una temperatura promedio de 78 c°. Además estas aguas, así como todo el barro que hay en estas termas, está repleto de minerales volcánicos que tienen múltiples beneficios para la salud. Cuando uno entra allí daría lo que fuera por no salirse nunca. Luego, al mejor estilo de los chanchos, nos metimos en las charcas de barro caliente y nos acostamos allí, al aire libre, con la llovizna en la cara y el calor del barro medicinal en la espalda. Exquisito. Otra cosa que estuvo buenísima fue entrar a un sauna muy rústico que improvisaron colocando una casetilla cerrada de madera sobre un sitio donde brota una naciente de estas aguas.

Una hora antes de que pasara el último bus hacia Coñaripe, nos lavamos el barro, nos vestimos y salimos a esperar el bus. La sorpresa fue que el bus nunca pasó y tuvimos que devolvernos a pie!!.Para colmo, necesitábamos llegar a Coñaripe para tomar allí otro hacia Panguipulli, el último del día…preguntamos qué había sucedido con el bus y nadie supo darnos una respuesta. Esperamos más de una hora hasta que se apareció, sin que nadie nos diera una explicación. Cuando por fin llegamos a Coñaripe ya era demasiado tarde. El bus que iba hacia Panguipulli ya se había ido y nosotros no tuvimos más remedio que hacer el trayecto a pie….el problema es que eran más o menos 30 km de caminata!!

Resignados, a pocas horas de anochecer y lloviznando cada tanto, empezamos a caminar, rogando que alguien nos llevara en carro. Todos los esfuerzos fueron inútiles. Por el camino de piedra, barrealoso y solitario, casi nadie pasaba y los que lo hacían no nos paraban. De todos modos tratamos de tomarlo de buena gana, mirando los increíbles paisajes de pequeñas cascadas cayendo desde la selva de las montañas gigantes de Los Andes, bordeando las orillas de otro lago, los ríos anchos, la soledad. Estábamos en medio de la nada.

Como a las dos horas de caminar nos empezamos a preocupar en serio: faltaba muchísimo camino y ya casi estaba oscuro. De repente, un automóvil muy bonito se apareció en la carretera y yo prácticamente me paré a media calle para detenerlo, a como diera lugar. El conductor frenó y al escuchar nuestra desesperación, nos subió. Eran un par de chilenos y una española que resultaron ser muy amables y nos terminaron dejando casi en la puerta de la casa en que estábamos parando en Panguipulli. ¡Qué alivio!

Al día siguiente, en la mañana, nos despedimos de Panguipulli, después de caminar al lado del hermoso lago que le da nombre al pueblo y de conocer sus puntos más atractivos. Agradecidos con la amabilidad de la señora que nos alquiló la habitación y con su familia, tomamos el bus que nos llevaría a la última escala de este viaje: Valdivia.

martes, 19 de octubre de 2010

Lago Ranco





Nos despedimos de la hospitalidad de la Isla de Chiloé al día siguiente, bien temprano. Salimos con nuestros amigos en carro, cruzamos el canal nuevamente en el ferry e iniciamos el regreso. Nuestros amigos habían decidido ese mismo día al levantarse que pospondrían una noche más su regreso a Talca para acampar en el lago Ranco, un sitio que ni ellos, y por supuesto nosotros, no conocíamos.Sin pensarlo demasiado decidimos aceptar la propuesta de acompañarlos. Recorrimos unos 340 km más o menos, y llegamos al lago que da nombre a la ciudad homónima, situada a unos 47 km de distancia, y que es el tercer lago más grande de Chile.

Llegamos en horas de la tarde. Debo reconocer que es uno de los sitios que más me gustó durante mi paso por Chile. Un lago enorme, de un azul profundo, bordeado por lejanos volcanes nevados y montañas de gran altura. Las familias se bañaban en sus aguas frías y todo el entorno era hermoso, la tarde era perfecta. Estuvimos en el lago a lo sumo media hora y decidimos ir a montar la tienda de campaña. Cerca de la nuestra nuestros dos amigos montaron la de ellos, mucho más espaciosa, pues la nuestra tiene capacidad sólo para dos personas. Hicimos una fogata y comimos algo conforme se iba acabando el día. Decidimos dejar el recorrido por el lago y la sesión fotográfica para el día siguiente, algo de lo cual al final nos arrepentimos.

Gracias a la posición del planeta en que estábamos y la época del año vimos algo totalmente nuevo para mi: un atardecer a las 11 de la noche. Luego, otro espectáculo: pocas veces he visto tantas estrellas como esa noche. Nuestros amigos nos invitaron a compartir su tienda con para dormir más cómodos, pues cabíamos los cuatro de sobra lo cual, por suerte, aceptamos, dejando nuestras mochilas guardadas al interior de nuestra tienda.

Pues hasta ahí todo estaba genial. Pero a eso de las 5 de la mañana, sin previo aviso, se desató un aguacero tremendo que inundó nuestras tiendas y mochilas y nos obligó a correr a buscar el carro de emergencia. Nos metimos empapados e iniciamos el viaje de regreso, sin poder conocer nada más del lago.

La lluvia amainó al pasar de los kilómetros y las horas. Llegó el momento de despedirnos de nuestros amigos, pues Kami y yo habíamos decidido no seguir hasta Talca y bajarnos en la intersección que lleva hacia la ciudad de Valdivia, para seguir desde allí por nuestra cuenta. Nos despedimos de ellos y les agradecimos por todo. Realmente fueron una compañía muy agradable.

Nos pusimos nuestras mochilas al hombro y caminamos a lo sumo 5 minutos, cuando un señor paró una camioneta y nos llevó. ¡Al fin suerte!. Viajaba, al igual que nosotros, hacia Valdivia y nos dejó en el centro de la ciudad. Cansados y aún medio mojados no estábamos de ánimo para conocer demasiado, así es que preguntamos por alguna oficina de orientación turística y hacia allá nos dirigimos. Nos regalaron varios mapas y contactos de hospedajes. Llamamos a varios de esos sitios, pero los precios por noche nos parecieron excesivos. No sabíamos qué hacer puesto que no era viable seguir acampando dado el estado del tiempo, entonces revisé el mapa y le dije a Kami “aquí aparece un lago que está cerca y que se llama Panguipulli, ¿lo conoces?”. Como no teníamos nada que perder y Valdivia no ofrecía buenas opciones, fuimos a la terminal de buses y compramos dos boletos a Panguipulli, por lo que en poco rato ya íbamos en bus a nuestro nuevo y desconocido destino…

sábado, 2 de octubre de 2010

Dalcahue,Curaco de Vélez y Achao

Chiloé tiene como uno de sus principales atractivos sus iglesias de madera,Patrimonio de la Humanidad en su conjunto,las cuales,a pesar del material del que fueron construidas,resisten al paso del tiempo.Y es que no es para menos su edad:algunas tienen más de 200 años.Están cosntruidas con madera de distintos árboles,entre los que destaca el alerce,el cual(está por demás aclararlo),posee una madera de excepcional resistencia al clima y al tiempo.Estas iglesias tienen todo del mismo material:desde sus puertas,pisos,altares,mobiliario,e incluso,en muchas de ellas,hasta sus clavos,están hechos de madera,dado que por la fecha en que fueron construidas no era posible conseguir materiales de construcción comunes en esa zona.

Específicamente la iglesia de Dalcahue fue uno de los escenarios de una serie de televisión que se transmitió hace años ya y que tuvo mucho éxito en Chile.Como parte de los beneficios que dicha serie le proveyó a la comunidad de Dalcahue,estaba la restauración de su antigua iglesia.Fue así como,haciendo unas remodelaciones de pintura en una de las paredes internas,descubrieron una antigua obra,oculta intencionalmente bajo la capa superficial de pintura que exhibía:era una retrato del corazón de jesús,pero rodeado de varias figuras emblemáticas de la superstición de Chiloé.Se veían allí al Caleuche(un barco fantasma),el Trauco(un enano deforme y sin piernas) y la Pincolla(una mujer mitológica que al parecerse bailando,profetiza como será la pesca). La sorpresa no fue menor,y todo el país se llegó a enterar con curiosidad del descubrimiento.Al parecer,alguna autoridad de la iglesia de hace muchos años,no contento con la originalidad del artista local de rodear la imagen de jesús con figuras paganas,mandó a tapar la obra con una capa de pintura.Esto fue algo de lo que nos encontramos al entrar en esa pequeña iglesia,donde,aunque deteriorado,se puede observar aún el hallazgo.A pesar de su centenaria tosquedad en muchos de sus acabados,la habilidad para hacer de ellas unos edificios de belleza excepcional y la improvisación que se hizo con sus materiales,amén de su antiguedad,constituyen su principal atractivo.

Recorrimos además el pequeño y encantador pueblito,que como todos los pueblitos de Chiloé llama la atención por la gran cantidad de casas que aún sobreviven (y se siguen construyendo),con la tradicional técnica del montaje de tejas de alerce,muy característico de esta zona de Chile, y del mundo.Luego,ya en la feria de artesanías,
terminamos de comprobar la destreza y creatividad del pueblo chilote:múltiples tejidos en lana de oveja(especial para retener el calor),iglesias en miniatura hechas de antiguas tejas de alerce,canastas de mimbre tejidas en el acto y mil y un artesanías hermosas más.

En el transcurso de ese día y planeando cuál sería nuestro próximo destino al sur de la isla,conocimos a un par de chicos que estaban hospedándose en la misma casa dónde estábamos nosotros.Ellos eran de Talca,una ciudad mucho más al norte de Chiloé,estaban parando allí desde antes que nosotros y venían haciendo una ruta similar a la nuestra,sólo que andando en auto.Hicimos amistad con ellos y de ahí nos propusieron que,como ellos ya estaban por iniciar la ruta de regreso a sus casas,nos podían llevar a su último recorrido turístico por Chiloé y luego,llevarnos de vuelta hasta Talca, o hasta donde nosotros quisiéramos quedarnos.Ante el clima, que insistía en seguir lluvioso,y la tentadora posibilidad de regresar gratuitamente un buen trecho hacia Santiago,cambiamos al paso (nuevamente), nuestra ruta de viaje, y pensando en lo más barato,aceptamos la propuesta.Ellos muy amablemente nos llevaron a pasear en auto al día siguiente,hacia la isla de Achao.Para llegar a ésta,como a todas las demás del archipiélago,volvimos a tomar un ferry.La lluvia insistía,pero,ya adentrándonos en la isla empezó a disminuir, y el cielo,por suerte,se comenzó a despejar.Nos dirijimos hacia el pricipal pueblo de la misma,de nombre homónimo.Allí visitamos su parque y su iglesia,la cual tiene un pequeño museo en su parte posterior.De allí salimos hacia Curaco de Vélez,otra comunidad en la que,a orillas de una de sus playas encontramos un restaurante pequeñito en el que los chicos y mi novia comieron unas ostras gigantes recién sacadas del mar,con limón,a un precio irrisorio.Yo,aún con el recuerdo fresco de lo que me pasó en Isla Negra,aunque en un primer momento se me antojó,desistí de probarlas.Luego,en el centro del pueblo,ojeamos otra feria de artesanía y luego nos fuimos.

Ya de vuelta a casa,improvisamos,y al ver un letrero que indicaba otra iglesia cercana,decidimos ir a verla.Bajando por una cuesta empinadísima llegamos hasta ella,a orillas del mar y al lado de un cementerio.Nos fue muy difícil definir si seguía estando en funcionamiento,pues todos sus alrededores así como el estado en general del templo era deplorable.Ovejas pastaban en el frente,el pasto estaba muy alto y un costado de la iglesia era como sostenido con palos de madera,como si en cualquier momento fuese a desplomarse.

Al acabar la tarde,volvimos a Dalcahue,cansados,pero satisfechos.

viernes, 1 de octubre de 2010

Chiloé: islas de leyendas y de historia







La primera semana de 2010 tomamos un bus para hacer el viaje más extenso de nuestro recorrido en Chile.Nuestro destino final:Chiloé.Partiendo desde Santiago en un bus que tardó unas 12 horas consecutivas,llegamos con el nuevo día a lo que era una de las primeras paradas que planeamos en nuestro recorrido,una ciudad que se llama Puerto Montt.Es allí,o más específicamente en el puerto de embarque de la bahía de Angelmó en el que se toman los ferrys que atraviesan el Canal de Chacao y que transportan gente y autos hasta Chiloé.

En esta ciudad no nos detuvimos mucho,pues sólo buscamos unos baños,un lugar dónde desayunar y curioseamos un poco el mercado de artesanías de Angelmó,que recién abría.Nos compramos una vincha para el pelo de Kami y un gorro de lana para mi,muy baratos ambos,hechos de lana de oveja tejida a mano por los artesanos del lugar y que nos fueron de muchísima utilidad durante este viaje, y luego,en nuevos viajes que vendrían.Tomamos el ferry en cuánto pudimos y atravesando el canal,desembarcando en unos 20 minutos en Chiloé.En ese momento,ya estábamos a 1 196 km al sur de Santiago.

La gran isla de Chiloé es la segunda isla más grande de Sudamérica y forma un archipiélago con numerosas islas mucho más pequeñas que la rodean.Mide 9 181 km cuadrados, prácticamente el tamaño de la provincia de Limón,Costa Rica.Algunos científicos aseguran que es en esta isla dónde se originó la papa,que luego se extendió por todo el mundo,y no sería extraño pues aquí existen más de 400 variedades distintas de ese tubérculo.Otro dato interesante de esta isla es que aquí termina uno de los ramales de la carretera Panamericana que inicia en Alaska.

Con un clima que nos favorecía,esperamos en la entrada de la isla (en este sitio no hay prácticamente nada de comercio,ni vive gente),hasta que llegó un bus que llevaba hasta Ancud,nuestro próximo destino.Fue en la entrada de Ancud donde vimos los famosos palafitos,unas casas construidas casi sobre el mar,sostenidas por numerosos pilotes de madera y pintadas de muchos colores,como las de Valparaíso.

A esas alturas del día, pueden imaginarse lo cansados que estábamos.Ya llevábamos más de 18 horas de dormir y viajar en buses y cargar mochilas.Estábamos más ansiosos por buscar un lugar para dormir que cualquier otra cosa.Y cómo preguntando se llega a Roma y esa es la labor estrella del mochilero,encontramos.

A un par de kilómetros devolviéndonos desde el centro de Ancud llegamos a un sitio en que alquilaban para camping.Topamos con la suerte de que no había nadie más en el sitio,entonces nos dejaron usar un ranchito con cocina de leña y baño por el mismo precio.Allí cocinamos y tendimos nuestros sacos de dormir.El lugar tenía una excelente vista de la bahía de Ancud,pero con las horas el clima se fue empeorando.

Al otro día tomamos un bus a Ancud hasta una ciudad llamada Castro,la capital de la isla la cual ni conocimos,pues nos pareció demasiado crecida en gente y comercio para lo que andábamos buscando.En la terminal de allí se nos presentó la duda....¿hacia adónde seguimos?.Teníamos las mochilas repletas al hombro,llovía a cántaros,no teníamos adónde llegar...

Preguntamos como estaba el clima más al sur de la isla,supimos que salía un bus hacia un lugar llamado Dalcahue en pocos minutos,compramos los tiquetes y listo!!.
Una hora después estábamos descendiendo del bus.Buscando quién nos diera información de opciones baratas de alojamiento,pasamos frente a una casita de estilo chilote que tenía un cartelito que decía "se alquilan habitaciones".Nos alojamos allí porque era justo lo que buscábamos.Era la casa de una señora muy amable y sencilla que junto con su esposo se habían quedado en su casa con muchas habitaciones vacías al crecer sus hijos.Así es que uno compartía la casa con ellos y el jardín también lo arrendaban para camping.Otra ventaja era que,por el mismo precio,podíamos utilizar la cocina de la casa para hacer nuestra propia comida.

Después de acomodarnos,salimos a conocer el mercado de artesanías de la localidad y su iglesia,pero de eso les contaré luego...